La más importante para mi, sin duda, es descubrir una forma de atacar a la enfermedad que estemos estudiando, pero eso solo se consigue (si se consigue) después de meses o años de trabajo. En el día a día no considero que sacrifique nada. Tenemos un horario que cumplimos y a veces alargamos (como en cualquier otro trabajo), nuestras vacaciones y nuestros fines de semana. Sí es cierto que a veces te llevas trabajo a casa, ya sea físicamente (artículos que leer, datos que analizar) o mentalmente (no seria la primera vez que voy a casa pensando en cómo resolver algún problema del trabajo) pero tampoco creo que eso sea exclusivo de nuestro trabajo.
Hace años alguien me dijo que la carrera de investigación es una maratón, no un sprint. Si no te lo tomas así, o bien eres un fuera de serie o bien terminas quemándote.
Es cierto que hay periodos en los que tienes que «sacrificar» algo por el trabajo pero, como ya te he dicho, como en cualquier profesión. Y si demás te dedicas a ello por vocación, no es un sacrificio.
La parte más importante de mi trabajo es diseñar nuevas formas de fabricar moléculas que hagan lo que necesitamos que hagan. Es importante una buena planificación y estudiar sobre el papel la posibilidad que sea más rápida y eficiente. Así evitaremos malgastar mucho tiempo cuando empecemos el trabajo de laboratorio.
Por otro lado, a la investigación hay que dedicarle bastante tiempo a lo largo del día. Por ello no siempre da lugar a hacer todo lo que a uno le gustaría y hay que renunciar a algunas cosas. Pero todo es cuestión de organizarse y marcarse prioridades para tener que renunciar a lo menos posible. 😉
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